La bonita carta de despedida de un instructor a Leo, el joven que murió en Móstoles tras una grave caída

Daniel, que fue instructor del joven, deseó rendir un homenaje particular al chaval en mostoleshoy.com. La bonita carta de despedida de un instructor a Leo, el joven que murió en Móstoles tras una grave caída

A A inicios de semana, la localidad de Móstoles se pintó de negro. El joven allí.eo ANE, vecino de la región y de solo 16 años, murió en Hospital 12 de Octubre de La capital de españa, tres días tras padecer una fuerte caída desde una altura de seis pisos a causa de una fractura una pared de vidrio en un edificio residencial en la Plaza del Sol, en el distrito PAU 4.

Como se notificó en mostoleshoy.com, Leo estudió 3º de ESO en el Centro Público Manuela Malasaña de Móstole. Si bien, antes de ir al centro, Se formó en el instituto público Rosalía de Castro, asimismo del ayuntamiento de Mostoleño. Como, Daniel, instructor de este último centro educativo y que fue profesor de Principal de Leo, contactado escribiendo mostoleshoy.com, para escribirle una bella carta de despedida. Puede ojearlo aquí. Descansa en paz León.

– ¿Olvidaste la fruta o vienes a charlar con Juan, Leo?

No precisaba decir una palabra. Si te miraba y bajaba la cabeza, eso se encontraba claro. Ese día había conseguido el valor, el deseo, el empuje. Como les pasó a prácticamente todos cualquier día. Pero si ese día no hubiese aparecido la cara de un cordero sacrificado, habría aparecido entre las sonrisas que mucho más me impresionaron a lo largo de mis días de instituto. De esos que indudablemente sacan a otro de ti, como un fantástico acto reflejo.

– ¡No, instructor! Sencillamente no traje fruta para el almuerzo.

Esos días de favor libre de enfrentamientos fueron los mucho más. Prácticamente todos. Y qué luz desprendía.

En el momento en que descubrimos que su nombre se encontraba tras las horripilantes novedades del mercado, esa refulgente y maligna sonrisa me vino a la cabeza. O cuando menos eso fue la primera cosa que se le vino a la cabeza. Entonces todo lo demás. El mal, la furia, el shock. Pero más que nada furia. Por qué razón suceden estas cosas?

El Ser Humano se apura a recurrir a un sentimiento de culpa, a una explicación. Fuimos tan groseros. Quizá sea un mecanismo de defensa a fin de que no nos golpee el rigor y tengamos la posibilidad continuar lidiando con el resto de cosas de la vida que no se fueron.

No me enamoraré. No cuestionaré en este momento nada que intente argumentar cosas que no importan. Por el hecho de que lo que importa desgraciadamente es que el León se fué. Eso por el momento no va a ser. No volverá a bajar al parque. No va a conocer a absolutamente nadie particular con quien comunicar su historia. Por el momento no nos va a visitar en la escuela. Jamás volverá a olvidar la fruta para el almuerzo. Jamás volverá a conocer a su hermana. Él no volverá. ¿Qué pregunta precisas hacerte para contestar todo lo mencionado? No existe.

Quiero establecerme con su recuerdo y todos y cada uno de los bonitos instantes que nos dejó, que fueron varios. Y que su recuerdo y su alegría nos sane lo mucho más viable a todos nosotros.

Quiero establecerme con eso y su gratitud y dejar la salón de instructores con su fruta y su sonrisa.

– Gracias por la manzana, instructor.

Gracias por la sonrisa, Leo.

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