“Examinando el concepto de la promesa”
Cualquier persona que tenga algo con lo que vivir puede aguantar prácticamente cualquier cosa.
- Nietzsche
Redacción/ Sur Media La capital de españa/ Lisandro Prieto Femenía
Todos oímos la oración que se convirtió en un cliché de que “la promesa es lo último que se pierde”. En la mayoría de los casos, admitimos calorosamente el mensaje e inclusive ofrecemos un pulgar hacia arriba, pero entendemos por qué razón es lo último que verdaderamente se nos queda grabado. Esta vez nos agradaría pensar sobre este término de promesa, entendiéndola no como un placebo en los instantes de autoayuda y circulación de oraciones estimulantes en las comunidades, sino más bien como un factor de nuestra vida escencial para ofrecernos de forma plena. sentido a nuestras vidas. acabado.
Para comprender el origen del dicho adagio debemos referirnos durante un momento a la mitología griega, en concreto al mito de la caja de Pandora. Debemos recordar momentáneamente a Prometeo, el titán amigo de los fatales por hurtar el fuego a los dioses y dárnoslo para nuestro empleo. Como es natural, este don no fue gratis, y el Titán recibió el castigo divino mediante una figura femenina, singularmente construída para cautivar a cualquier mortal: Hefesto recibió el encargo de modelar en arcilla una figura con perfección sugerente; Atenea la vistió elegantemente con ropas refinadas y seductoras, y Hermes le inculcó la sencillez de cautivar y manejar. Fue Pandora quien, tras recibir vida del aliento de Zeus, fue mandada a la tierra de los hombres con un enigmático cofre que no había de ser abierto. En el final, Prometeo, pese a ser siendo consciente de los probables riesgos en los que estaba por deshonrar a los dioses, no puede eludir enamorarse perdidamente de la hermosa creación de Dios. Al asociarse con Prometeo, Pandora no ha podido aguantar su curiosidad y tomó la resolución de abrir la caja que Zeus le había legado convenientemente. Sobreviene una secuencia de males que atormentarán y atormentarán al planeta: el mal y la ambición hacen su aparición en la presencia terrena. Al procurar cerrar la caja, la hermosa creación de los dioses percibió la existencia de un pequeño espécimen, un pájaro, que representaría lo que queda en el fondo de la choza que contenía tantas desgracias: es una representación alegórica de la promesa.
Tras la finalización del período del calendario gregoriano, tenemos la posibilidad de ver que un “buen humor” circula incesantemente, apoyado por el deseo de actualizar las esperanzas para el año venidero. Más allá de que la sensación de renovación es precisamente satisfactorio, ¿qué verdaderamente está mudando? Con en comparación con mito citado previamente, el pensador alemán Friedrich Nietzsche interpretó que la promesa, lejos de ser un “bien” dejado en la mitad de tanta pobreza, es en sí el peor de los males, en tanto que no hace mucho más que alargar el estado de padecimiento. Hombre. En este caso específico, el pensador alemán destrozaría la noción de “espera” sin acción, sin conocimiento intercesor y sin intención específica de cambio de poder (su inconveniente es contra la espera irracional que extiende ocasiones inaguantables, completamente eludibles).
Víctor frankl (1905-1997) va a tomar particularmente de Nietzsche la reflexión que medita sobre el “por qué razón” que le ofrecemos a nuestra vida (el sentido) para poner un énfasis especial en el “de qué manera” (los vicios que intimidan de manera permanente el cuidado de tal sentido) . . En su obra “El hombre en pos de sentido”, revela un aspecto primordial de nuestra vida: hay promesa solo en el momento en que hay sentido. Una vida sin ningún sentido no espera nada, en tanto que su expectativa se ha diluido en la renuncia a la oportunidad de ofrecer valor a nuestra vida. Y créame, amado lector, en el momento en que se estuvo en un campo de concentración nazi, es realmente difícil dejar fluir la fuente de la promesa y el sentido.
Lo que Frankl nos legó por medio de su obra y de su experiencia personal como preso nos enseña el sendero para entender lo que tan trivialmente queremos el uno para el otro: aun en los instantes mucho más oscuros de nuestras fugaces vidas, siempre y en todo momento va a haber algo en nosotros que nos realice completamente no. esto es, alguien va a poder sacarnos la completa y total independencia para elegir qué sentido le ofrecemos a nuestra vida (ahora nuestra muerte), con independencia de la coyuntura por la que debamos pasar.
Como podemos consultar, sin una búsqueda de sentido y de verídica independencia, no hay oportunidad de verídica promesa. Aguardar que las cosas mejoren, así sea por sí mismas o merced a nuestros sacrificios, no es ninguna promesa. Vivimos con promesa en el momento en que entendemos que, más allá de que ocurran desenlaces completamente opuestos, nuestra vida preservará un sentido por el que merece la pena combatir.
No obstante, y siguiendo el razonamiento de Schopenhauer, ¿es viable tener promesa sin tener plena conciencia de la verdad de todo el mundo en el que nos encontramos lanzados? ¿Es viable lidiar con el padecimiento de la presencia finita en el momento en que nos aferramos a distorsiones y dispesiones sin ningún sentido? Resumiendo, ¿alguien está de forma plena presente en el momento en que habitamos un estado de total distracción y pérdida? Si es de esta manera, ¿qué sentido le daríamos a una vida cuya promesa radica en el vacío persistente de la noticia? En expresiones del propio Frankl “lo esencial es la resolución: la independencia de seleccionar siempre y en todo momento, aun en el momento en que estemos limitados económica, física, ética o aun judicialmente. Pero aquí está el desafío de la era de la posverdad: no requerimos ser encadenados, enjaulados y/o torturados para poder ver limitada nuestra aptitud de accionar libremente mientras que empleamos las cadenas y mordazas que están de tendencia actualmente. nosotros, a través de la decisión libre y mediática de una renuncia facultativa a meditar (y consecuentemente su renuncia facultativa a accionar, puesto que un ser popular que no piensa en concepto de una red social estructurada poco va a poder realizar por sí solo y por el resto).
Frankl nos afirmará que para romper estos condicionamientos es primordial dejar de percibirnos como “algo” sino más bien como “alguien”. La diferencia radica en que “algo” (el ente) puede ser totalmente preciso a intención, al paso que “alguien” (el ser) está abierto a infinitas responsabilidades y libertades autónomas hasta el punto de que no la desesperación puede abrirse paso. Esta pérdida de promesa no es mucho más que padecimiento sin mediación de finalidad o sentido: fácil padecimiento, común en el momento en que el sujeto no puede (si bien desee y desea) ver o hallar finalidad alguna en sus situaciones. . Frankl se encontraba convencido de la oportunidad de modelar el padecimiento para convertirlo en “desenlaces” o fenómenos significativos, aun en el momento en que no permanezca prueba contundente o prueba de que permanezca la mucho más mínima oportunidad de poder conseguirlo. La transformación de desgracias en triunfos personales fué prácticamente el predicamento de toda su historia y obra, y esto hay que esencialmente a su creencia de que solamente tiene sentido en nuestra vida es nuestro “por qué razón” de vivir y no el “para qué exactamente”. ” Vivir
Dado lo previo, es requisito entonces pensar un segundo de qué sirve preguntarse “¿por qué razón me pasa esto a mí?”, reflexión recurrente toda vez que la vida nos ha asestado uno de esos guantazos que nos hacen tremer. Bueno, amigos, ante semejante incomodidad, la contra-contestación es “¿por qué razón no me va a perjudicar esto?”, filtrada por la necesidad de ser críticos con el alegato existencialista nihilista que nos vendió la iniciativa que debemos admitir. y aguantar con valor heroico el supuesto absurdo absoluto de nuestras vidas (Sartre) y estimar que quizás lo saludable de admitir es nuestra incapacidad para admitir significados últimos alén de nuestro antojadizo deseo personal y también individualista de existir de una forma especial.
Cierto, nuestra aptitud de acción es finita y limitada, puesto que jamás nos encontramos absolutamente libres de condicionamientos biológicos, sicológicos, económicos o sociológicos. Aun de esta forma, es primordial entender que el poder de la promesa reside en la independencia última y determinante, intransferible y también inalterable, que no es mucho más que la independencia de seleccionar con qué actitud afrontaremos semejantes niveles que se nos escapan. intención: de qué forma reaccionamos frente condiciones que no se tienen la posibilidad de cambiar es dependiente únicamente de nosotros en la creencia de que si no tenemos la posibilidad de cambiar la situación, siempre y en todo momento vamos a tener el poder libre para crear nuestra integridad frente ella. Claro, es bien difícil, pero ¿no merece la pena procurarlo?
Fuente: valdemorodigital
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